Cuando a un cuerpo se le echa más grasa de la que puede digerir, se le está dando más papeletas para que sufra un infarto. A la tierra y a las civilizaciones les pasa lo mismo. La tierra agoniza porque la estamos tratando tan mal como el hijo consentido y caprichoso que extorsiona a su madre, con el agravante de que la tierra nos ha tratado bien y nos ha regalado la vida, y la madre del ejemplo ha malcriado probablemente al hijo ingrato. A las civilizaciones les suele pasar que cuando consiguen un cierto nivel de desarrollo tecnológico, se les empieza a ir la mano y a perder la medida humana, y lo que en un principio son mejoras para el bienestar del ciudadano, cultura, ciencia, y cosas que brillan, acaba con la sensatez y convierte a sus ciudadanos en súbditos del consumo y del pseudobienestar para mayor gloria de cuatro gatos espabilados y sin escrúpulos, con la complicidad de todos. Entre todos la mataron y ella sola se murió. Mucha información no supone mucha formación. Un...
Comentarios
Publicar un comentario