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Mostrando entradas de mayo, 2020

LA VECINA DE LA PUERTA CUATRO

            Los caminos de la vida no son como yo pensaba. Así empieza una canción que suelo tararear. Uno los imagina de una manera, y luego la vida es otra cosa. Eso debió pensar Soledad, mi vecina de la puerta cuatro, una puerta que fue testigo de algunas historias, casi siempre protagonizadas por personas mayores con algún drama en la maleta, que se refugiaban allí como si vinieran huyendo de un pasado en blanco y negro.     Soledad, la pobre Soledad , siempre soltera por obligación. Siendo todavía menor de edad, su querido cuñado Manuel, un aprendiz de señorito que hizo algo de dinero con el estraperlo, no tuvo suficiente con haberse casado con su hermana, que se encaprichó también de ella y la acabó atrapando en un callejón sin salida. Él debió pensar que era mucho hombre y que debajo de ese traje que se mandó hacer a medida, había macho para las dos ingenuas hermanas, y así, les fue organizando la vida. A la esposa le tocó tragar a sabiendas de cómo estaba la situació