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CRÓNICAS TOCINAS. PRÓLOGO.


LO QUE PASÓ TRAS TOCINÓPOLIS


Años 40, Siglo XXI. Tras el estallido del apocalipsis tocino y la purga de conciencias, las esperanzas de un mundo mejor pasan malas horas porque el ala dura de la revolución ha tomado el control. Los Water-parties (atrévase con la traducción literal) , defensores del equilbrio y de la reeducación amable y tolerante hacia los hijos del tocino y del exceso, han sido apartados amablemente del timón, acusados de ingenuos y poco carismáticos, a pesar de contar con las mentes preclaras que alertaron un día tras otro de que navegábamos hacia ninguna parte, a pesar de llenar Tocinópolis de pegatinas con frases como:  "Desenchufa los aparatos y disfruta de buenos ratos",  "Más Platón y menos viajes a Plutón" o "el apocalipsis tocino se acerca, sé más sencilla y no seas terca". Se les acusó entre otras cosas de ensuciar la vía pública, de decir mucho y hacer poco, y de sonreir sospechosamente.

Esculturillas mias premonitorias
El ala dura estaba dirigida con puño de acero por el Licenciado Sieso, un curtido y enjuto intelectual austero y hermético, crítico total con la sociedad atocinada, aburguesada y narcotizada; crítico con los opios del pueblo, con los descansos publicitarios, con el cine en general, y con las palomitas en particular. El Señor Sieso pensaba que la expresión  "no solo de pan vive el hombre" (San Mateo) estaba sobrevalorada. Sí amigos, ese era el estremecedor perfil del incorruptible hombre que lideraba el mundo postapocalíptico. 
Anulados y desterrados los Water-parties, alejados del centro de poder y de la toma de decisiones, la mayor preocupación del Licenciado Sieso era localizar los núcleos de resistencia liderados por el Dr, Mandanga, Marcial Mandanga Delabuena. Tras el estado de sitio y el caos total en pleno toque de trompetas, plagas devastadoras que devoraron pompa y boato,  y purga de conciencias, el Dr. Mandanga, amigo del buen comer y del amour fou, se erige involuntariamente y muy a su pesar en defensor de los nuevos parias, gente de todo tipo y condición a los que les coge desprevenido todo este apechusque, y que, en definitivas cuentas, no habían leído las agoreras pegatinas.  "Eran muy pequeñas", decían unos. "Pensábamos que eran anuncios de obras de teatro, y claro, como nadie va ya al teatro...", decían otros. Excusas y más excusas de unos ciudadanos irresponsables y cómplices de las crisis y las requetecrisis, marionetas de las multinacionales, comprados por un puñado de juguetes electrónicos y todo tipo de carnes a precios sin competencia, engatusados con monodietas pobres en aceites grasos esenciales. El escenario ideal contra las neuronas.
El Dr. Mandanga, a su pesar como decía, de tener que liderar a los damnificados post apocalipsis , afín en un principio a las propuestas de los humanistas Water-parties, que pretendían bucear en las raices de los problemas, encontrar entendiemiento y equlibrio, buscar unas dosis de panceta razonables que tuvieran cabida entre el pepino y la sardina, ni tanto ni tan poco, etc, pasó a ser enemigo público número 1 cuando el Licenciado Sieso apartó con malas artes a los humanistas y estableció un estado de sitio permanente. Es más, lo dejó en Estado de Sitio a secas, porque lo de permanente le sonaba a lujo, y solo con austeridad y más austeridad, jarabe de austeridad, el hombre se volvería a encontrar a sí mismo y a su mecanismo.
Pero, ¿cómo hemos llegado hasta aquí? ufff. Recuerdo que en el canal Mercadona echaban el exitoso programa "Compra y sé feliz", se fueron a la publicidad prometiendo que volverían en un rato, pero no volvieron, se oyeron sonidos desgarradores, la gente salió a la calle asustada vociferando: otra ciclonésis, otra de tantas, tal vez otro tsunami, otro terremoto, jodido cambio climático, cada vez peor,  ....pero no, no era nada de eso.
TOCINÓPOLIS, ENTRE EL GÉNESIS Y EL APOCALIPSIS
Años 30, siglo XXI. Tocinópolis se sustentaba sobre pilares de grasa y hueco. No había ni un principio sólido que sujetara ese conglomerado de sociedad de horteras, snobs, chorizos, canis, concejales, chonis, viciosos y demás gentes de buen vivir. Tras una enmascarada recuperación de aquella crisis semiglobal que azotó a los estados VIP, conejillos de un experimento orquestado por los reyes del Mambo, la mayoría de los pseudociudadanos demostró que no había aprendido nada y volvió a las andadas. Tocinópolis fue un elogio de la fustración de lo que pudo haber sido y no fue. Tras un renacer esperanzado (la gente compartía en las redes sociales frasecillas preñadas de conciencia), apareció un gurú experto en nuevas economías, experto en el concepto de la paz en el mundo, en tecnologías renovables y en más cosas que sonaban muy bien, que impartió una conferencia con grandes expectativas sobre el renacer de una nueva época, una conferencia llamada a ser el antes y después de la nueva sociedad y bla bla bla y que se televisó en directo a todas las tocinópolis around the world, pero....ay!, ¿qué hizo la muchachada? oh! casualidad (¿casualidad?), en los otros canales, en otro orden de las cosas, se presentaba a bombo y platillo volante el nuevo Iphone 22 (veintidó veintidó veintidó), con todos los extras, microchip con implante intracraneal, desfragmentador de barruntos, killerflys incorporated, y hasta la posibilidad de llamar a otras personas. Los hijos más ternascos de Tocinópolis, la nueva mayoría, amamantados por la madre digital ( mientras la madre naturaleza lloraba desconsolada), olvidada de pleno la Galaxia Guttemberg, y con las neuronas resecas entre unas cosas y otras, prefirieron ahogar sus penas en entrecots electrónicos a escuchar al gurú del cambio y tener que enfrentarse a la titánica tarea de pensar, de empezar cosas nuevas, de cambiar de hábitos, y presenciaron en masa el advenimiento del nuevo cacharro, otro becerro de oro al que adorar, tal vez soñar. Cacharro que a los cuatro días fue sustituido por otro cacharro con algún pequeño cambio, y así sucesivamente. Una oportunidad perdida, el principio del fin. A decir verdad, un poco ingenuo si que fue el gurú experto, germen de los Water-parties, ya que podía haber aplazado un poco la conferencia llamada a revolucionar el mundo, pero pecó de ingenuo. Fue de lo único que pecó, ya que por lo demás,  - paradigma de empatía, con la autoestima eqilibrada, seguidor de la dieta mediterránea y obstinado enemigo de las grasas trans-,  tenía una moral intachable.
Señora que se perdió la conferencia

Comentarios

  1. ¡Qué bien lo has expresado! Así es o dime lo que sueñas y tendrás lo que te mereces. Un abrazo.

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